VIAJEROS POR CATEMACO…
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VIAJEROS POR CATEMACO…
Del Cronista..
Salvador Herrera Garcia
Años ha que estas tierras tuxtlecas han recibido visitantes de otras latitudes. Unos fueron migrantes que en el transcurso del tiempo llegaron a buscar nuevos horizontes. Otros, pasajeros de breve estancia que, en distintas épocas y de procedencias diversas, llegaron a Catemaco...
Visitantes fugaces. Golondrinas de paso que no vinieron en busca de brujos o de hechizos. Dedicaron las jornadas de su periplo a conocer, descubrir e investigar… O simplemente a apreciar las bellezas naturales y disfrutar el ambiente y la cálida amistad catemaqueña y tuxtleca.
Al retornar a sus lugares de origen, difundieron no la negra fama de la charlatanería, sí la magia policroma y esplendente de los paisajes, de nuestros valores y costumbres…Y la fama de pueblo, amistoso y hospitalario. A esos visitantes dedicamos este repaso –a vuela pluma– no exhaustivo.
Quizás el primer testimonio de visita a nuestra tierra data de 1580, cuando Juan de Medina, Alcalde Mayor de Tlacotalpan llegó a estos lugares por encargo del Virrey Enríquez de Almanza. En su Relación cuenta sobre las riquezas y bellezas de la estancia de Acatemaco. Más tarde, en 1604, Joseph de Solís, enviado a estudiar el volcán San Martín, mencionó en su informe aspectos del “pueblo llamado San Miguel Catemaco y de su preciosa laguna”.
No olvidamos al fraile carmelita Diego de Lozada, quien a mediados del siglo XVII, luego de sobrevivir un naufragio, arribó a la primitiva población y dejó escondida en un paraje del lago a la imagen de la Virgen del Carmen, que se convertiría en icono religioso y símbolo de identidad.
Un viajero francés, Alexander Remy, recorrió la región en 1853, y al regresar a Europa escribió sobre “la virgen catemaqueña, a cuyos pies todos se arrodillan”. Por 1855, el general Juan Soto Ramos realizó una visita a Catemaco; escribió una larga relación del lugar, la cual culmina así en referencia a sus bellezas: “…no hay seguramente otro lugar en la tierra (…) que pueda suministrar mayor número de imágenes y de colores poéticos…”
En l856, el famoso viajero, naturalista y ornitólogo francés, Adolphe Boucard estuvo larga temporada en los Tuxtlas, y recorrió la ribera del lago recolectando aves para su colección. Después, en 1858, llegó don Guillermo Prieto, célebre poeta, cronista, político liberal y miembro del gabinete de Juárez. Impresionado por la belleza del lago, lo llamó “la sonrisa de la naturaleza” y le dedicó un largo poema.
Catemaco, asentado en una región de antiguas culturas y gran riqueza arqueológica, ha atraído a eminentes antropólogos y estudiosos, como José María Melgar y Serrano, pionero en el descubrimiento de las cabezas olmecas, que en 1862 se dio tiempo para admirar y explorar la zona del lago. En 1887 el escritor y arqueólogo Alfredo Chavero quien hizo larga estación en estas tierras. Y en 1872 lo haría otro famoso arqueólogo e historiador, don Francisco del Paso y Troncoso, a quien debemos la etimología suelo enlozado para el vocablo Catemaco.
En 1925, los famosos antropólogos Franz Blom y Oliver Lafarge, auspiciados por el Instituto Smithsoniano , de Washington, D.C., exploraron la isla de Agaltepec y su entorno. Ya en la década de los años 30 arribaron los arqueólogos Matheo Stirling y Jacques Soustelle a continuar las exploraciones de la zona. Ellos abrieron la ruta, hasta la actualidad, frecuentemente recorrida por antropólogos, etnólogos, arqueólogos, biólogos y otros investigadores.
El primer gobernador del Estado que visitó el pueblo fue don Apolinar Castillo, en 1882. Y a partir de los años 40 del pasado siglo lo han hecho todos los gobernadores. El primer presidente de la República que pisó suelo catemaqueño fue el general Álvaro Obregón, quien en 1923 llegó a San Andrés a bordo del tren presidencial Olivo, con obligada visita a Catemaco. Y, según versión no confirmada, obsequió a la Virgen del Carmen una valiosa corona de oro. Vale recordar que el general Obregón era anticlerical recalcitrante.
Se especula sobre una fugaz visita del maestro José Vasconcelos, en 1929, durante su campaña como candidato presidencial. En épocas más recientes, los Presidentes visitantes fueron Miguel Alemán Valdés, Adolfo López Mateos, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.
Altos dignatarios de la Iglesia han estado en nuestra tierra. En 1895, el obispo de Veracruz, Joaquín Arcadio Pagaza, famoso poeta, árcade de la Academia Romana. Manuel Pio López en 1959. Los Arzobispos primados de México Manuel Mora del Rio en 1925 y Luis María Martínez en 1952. El sacerdote, erudito historiador y escritor Ángel María Garibay Kintana. El cardenal José Garibay y Ribera en l963. En l984 el entonces Nuncio apostólico Girolamo Prigioni; y en años recientes, monseñor Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal Las Casas.
En 1944 llegó el Sargento Manuel de la Rosa, sobreviviente de la batalla de Puebla, quien a sus 104 años recorría la república. Y de fuentes confiables escuché contar que el célebre guerrillero nicaragüense, Augusto Cesar Sandino, estuvo varios días en Catemaco, de paso rumbo a un complejo petrolero donde le esperaban asilo y trabajo. Y si de guerrilleros hablamos, recordamos que en el año 2000, el Comandante Marcos pernoctó en la ciudad, en escala de su marcha hacia el Distrito Federal.
Las bellezas paradisiacas de nuestra tierra han sido motivo de atención para renombrados artistas plásticos que recrearon los majestuosos paisajes. Por 1945, recorrió y vivió una temporada en la región el pintor Ramón Valdiosera Berman. En los años 60 llegó el acuarelista Alberto Sedas y pintó una serie de paisajes de la laguna. Rufino Tamayo visitó nuestra tierra en 1963; quien escribe lo acompañó en sus recorridos por los senderos del lago. Y en varias ocasiones, compartimos caminatas con nuestro amigo y maestro, el artista gráfico Alberto Beltrán, asiduo visitante y enamorado de la región.
No olvidamos al renombrado acuarelista y general de división Ignacio M. Beteta, cuyas acuarelas del lago se exhibieron en prestigiados museos y galerías internacionales. En una ocasión el maestro Beteta me comentó que llegó por vez primera a Catemaco en 1939 y desde entonces retornó en varias ocasiones para rencontrarse con “la incomparable luminosidad del paisaje catemaqueño”. Otros paisajistas famosos como Nicolás Moreno, Alfredo Salce, Pablo O’Higgins. Torres Palomar y Raúl Anguiano testimoniaron en óleos y acuarelas las bellezas de nuestra tierra.
Entre escritores y poetas viajeros por Catemaco, mencionamos a los poetas Elías Nandino y Carlos Pellicer, en 1949. El poeta norteamericano Allen Ginsberg, precursor del movimiento hippie, estuvo de paso en 1959, e inspirado en el lago escribió un extenso poema en inglés. En 1960, el educador y poeta Jaime Torres Bodet, Secretario de Educación Pública. El narrador Juan García Ponce contó en una página su breve estancia en Catemaco, en 1970, en compañía del pintor Juan Soriano y el también escritor Ulises Carrión. Otro escritor, Parménides García Saldaña, fue asiduo visitante a Los Tuxtlas y, por supuesto a Catemaco. Aquí estuvo en muchas ocasiones –antes de ocupar la gubernatura– el licenciado Miguel Alemán Velasco… Y en los años 90, en una escala de un recorrido por las veracruzanas tierras de sus antepasados, los escritores Carlos Fuentes y Federico Reyes Heroles pernoctaron aquí.
Famosos nombres del periodismo forman parte de la lista. Recordamos, en la década de los 60 al influyente periodista José Pagés Llergo, en su anual visita a su natal Tabasco pasaba a comer al restaurant Julita, acompañado de los colaboradores de la revista Siempre ¡, Rafael Solana, José Alvarado, Alberto Domingo, Roberto Blanco Moheno, José Luis Ceceña y el poeta Renato Leduc. En 1970 nos visitó el Bachiller Álvaro Gálvez y Fuentes, renombrado intelectual creador de la telesecundaria y, entonces, Director de Educación Audiovisual de la SEP. La periodista Adela Micha, en 1990…
Cómo no recordar al luchador social ingeniero Heberto Castillo quien en varias ocasiones visitó a su amiga la química y poeta María Teresa García, acompañado de los escritores Raúl Prieto Niquito Nipongo, José Revueltas y del lingüista Antonio Alatorre. Lo mismo harían las poetisas Lázara Meldiú, Rosario Jarquín de Montoya y Francisca “ Pacona” García Batle... la cuentista Adela Fernández…
Aquí estuvieron el escritor e investigador Gutierre Tibón, el escritor y periodista Carlo Coccioli, el publicista Eulalio Ferrer Rodríguez. Los reporteros Carlos Denegri y Luis Suárez. El cronista e historiador Fernando Benítez, visitante frecuente, quien en una crónica dedicó bello párrafo a los “aleros o “corredores” catemaqueños, característicos de los pueblos sotaventinos, los que luego un alcalde destruyó.
Por los años 80 del siglo pasado arribó al puerto de Veracruz el yate de Malcom Forbes; días después el célebre millonario sobrevoló en su helicóptero la región de Los Tuxtlas Y según notas de prensa declaró estar “muy impresionado por las bellezas naturales de esta región de México…”
Y recordamos, en 1981, una enriquecedora charla con el laureado, narrador, guionista y reportero del diario Excélsior Ricardo Garibay… Otra enamorada de esta tierra, la escritora y periodista Elena Poniatowska ha estado presente en varias ocasiones. Y en años recientes, el médico y antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán, el eminente medico Ruy Pérez Tamayo; el ex rector de la UNAM, doctor José Sarukán Kermes; el antropólogo Santiago Genovés y la bióloga Julia Carabias…
Por la segunda década del pasado siglo llegaron anónimos fotógrafos de la agencia México Fotográfico. A ellos debemos las primeras vistas gráficas de nuestra bucólica Villa, y también las primeras tarjetas postales y las imágenes en acercamiento de la Virgen del Carmen. Años después nos visitarían los renombrados fotógrafos Irmgard jonhson, Walter Reuter, Mario Bucovich, Mariana Yampolwsky y el genial Héctor García, quien en 1960 realizó el fotorreportaje Los niños de Catemaco y Los Gorel de Catemaco, publicados ambos en el suplemento dominical del desaparecido diario Novedades.
Cineastas famosos han llegado, en diversas épocas, en plan de trabajo o para conocer y disfrutar las bellezas de Catemaco. Entre ellos, nombramos a Roberto Gabaldón, director de la película Sombra verde; Emilio, Indio, Fernández, el productor Manuel Barbachano Ponce; el director Jorge Fons; el surrealista Luis Buñuel, que vino como director de la cinta La muerte en este jardín, y en sus memorias menciona esa “temporada feliz vivida en Catemaco”; años después su hijo Jean Cloud Buñuel, vendría a dirigir, en el paraje Pipiapan, secuencias de La rebelión de los colgados…
Mención aparte merece el cine director Sergio Olhovich, cuya películas La casa del sur es quizá la única, entre tantas películas filmadas en nuestra tierra que, además de contener interesante argumento, exalta y muestra dignamente los paisajes del lago y parajes aledaños. Además, el filme incluye de manera destacada los debidos créditos a los sitios de locación…Olhovich y otros famosos cineastas llegaron en frecuentes visitas a su amigo Carlos Caco Rodríguez. Y frecuentes también las estadías del magnífico artista grabador Héctor Brauer.
Nutrida es la lista de actrices y actores nacionales que aquí han estado en filmación o de paseo. Mencionamos a Ariadne Welter, Víctor Junco, Elvira Quintana, Jorge Martínez de Hoyos, Armando Calvo, Roberto Cañedo, Manuel Ojeda, Rodrigo Puebla, José Alonso…También, Patricia Reyes Espíndola, Tehua, Aurora Clavel, Enrique Lucero, Evangelina Elizondo, Joaquín Cordero, Estela Inda, David Reynoso, los hermanos Soler. La actriz Mercedes Meche Carreño pasaba largas temporadas en esta ciudad y fama cobraron su intervención en los ritos religiosos de semana santa… y tal vez otros nombres escapen a la memoria. Igualmente, los astros internacionales Simon Singoret, Ricardo Montalbán, Sean Conary y Mel Gibson… estuvieron en suelo catemaqueño. Y se recuerdan las repetidas estancias del cantante José José y del periodista y animador Raúl Velasco.
Esta lista no está completa. Seguramente faltan nombres, involuntariamente omitidos debido a la premura o al olvido. Seguiremos investigando, con el propósito de completar la reseña de ilustres visitantes de nuestra patria chica…
Viajeros que, en distintas épocas, han llevado a otros lugares del país y del mundo la fama de la región tuxtleca y de nuestro pueblo… No la mala fama de brujos charlatanes y de falso “misticismo”… Sí la buena fama de un pueblo alegre, amistoso, hospitalario… y la magia de sus bellezas
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