UN ASPERO CAMINO
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UN ASPERO CAMINO
Del Cronista…
Salvador Herrera Garcia
A principios del siglo XX, el Cantón de los Tuxtlas, emporio de riquezas y bellezas naturales, era una región incomunicada.
Las poblaciones de Santiago Tuxtla, San Andrés Tuxtla y Catemaco eran prisioneras de su accidentada y exuberante geografía. Selvas, mar y llanos eran la frontera.
Pequeños vapores que surcaban impetuosos meandros del rio Papalopan .Por el improvisado puerto de Satecomapan.O por estrechas y riesgosas veredas , por caminos de herradura, a pie o a lomo de bestia o en carreta se viajaba y se transportaban los productos satisfactores. ¡Entonces, quién pensaría en una carretera¡
En marzo de 1913, el silbato del ferrocarril –una herencia porfiriana- despertó de su quietud a los moradores tuxtlecos. Las paralelas vías atravesaron los llanos de sotavento y ampliaron el horizonte.
El ramal férreo comunicaba San Andrés con Estación Rives –actual Rodríguez Clara. Y desde ahí era posible hacer conexión hacia otros puntos del país. Con el tren llegaron novedades y viajeros. En sus furgones salieron las riquezas agrícolas, producto de nuestra tierra…¡La carretera estaba aún muy lejana¡
Tiempo después, por los años 40 la aviación desplegó sus alas por estos cielos tuxltecos. Desde las improvisadas aeropistas de Ranchoapan, en San Andrés y El Rodeo, en Catemaco, los aeroplanos de cuatro y ocho plazas enlazaban los Tuxtlas con Veracruz, Córdoba, Xalapa, Coatzacoalcos, Villahermosa…Pero esta etapa de comunicación aérea duró poco. El avión quedó para la historia y la nostalgia ¡Y ya se pensaba en la carretera ¡
Por fin, durante la presidencia del veracruzano licenciado Miguel Alemán Valdés, se inició el despegue hacia la modernización del país y se implementó la red carretera que abarcaría a todo el país. Pero… el trazo original de la ruta de la carretera 180, que bordearía el Golfo de México desde Tamaulipas a Yucatán, comunicando las ciudades y puertos de Veracruz y Coatzacoalcos, pero no tocaba la región de Los Tuxtlas.
Entonces un grupo de visionarios y emprendedores tuxtlecos gestionaron ante el Presidente Alemán que la carretera incluyera a los pueblos tuxtlecos. Nada fácil, plagado de dificultades, fue el camino que recorrieron esos ciudadanos progresistas. Pero al fin lograron que, en los años 50, nuestros pueblos quedaran unidos y comunicados con el resto del país por la llamada Carretera 180 o del Golfo.
Este interesante e importante episodio de la historia tuxtleca está muy bien documentado y relatado por uno de sus protagonistas - a quien que se ha olvidado-, el maestro, periodista, editor y cronista sanandrescano Adalberto Toto Linares, en su interesante libro “El áspero camino del progreso”.
(©shg)
(Foto: MF. Puente de tablas sobre la desembocadura del lago de Catemaco
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