LA PUNTA DE LA PESQUERIA
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LA PUNTA DE LA PESQUERIA
Del Cronista…
Salvador Herrera Garcia
Donde finaliza el malecón catemaqueño, hacia el este del poblado está “La Punta”, un saliente de la ribera que se adentra en el lago.
“Punta de la pesquería” le llamaron nuestros antepasados. Ahí se estableció el primer asentamiento de pescadores que dio origen al pueblo de Catemaco.
La “Punta” era un sitio paradisíaco, cubierto por centenaria y sombría arboleda de amates y apompos. El suelo de laja, efecto de la actividad volcánica, propició que la constante erosión del oleaje formara pequeñas grutas y cantiles. Ahí se refugiaban las martas, también llamadas “perritos de agua”. Y los acantilados eran trampas naturales que facilitaban la pesca del apreciado topote, pequeño pez endémico del lago.
Según cuentan las leyendas, la floresta penumbrosa de la Punta era sitio preferido por los míticos chaneques para sus retozos. Y de acuerdo a ciertos díceres, ese lugar es uno de los vértices de un esotérico triángulo que forman la” punta” y los cerros de Tío Luz y Mono Blanco.
Desde ahí se nos ofrece una de las panorámicas más bellas del lago con su ribera y la isla de Agaltepec; sobre todo en los esplendentes atardeceres de verano, cuando el astro rey tiñe el horizonte de encendidos rojos y violetas.
El abuelo, gran conocedor, contaba que el canal entre la “Punta” y la isla, es el sitio más hondo del lago. Ahí la profundidad alcanza casi 15 brazadas y la corriente es impetuosa.
Hace muchas décadas, alguien construyó ahí una casa de piedra. Sus ruinas, conocidas popularmente como “el chalet”, eran un punto de referencia que ya desapareció.
El tiempo y la civilización arrasaron la tupida fronda. También se extinguieron las martas juguetonas. Pero aún a la “Punta” acuden los pescadores –como antaño- a pescar... Y por las tardes el lugar se puebla de paseantes y parejas de enamorados que van a contemplar el “brinco del topote” o el paisaje.
Cuando caminamos por ese paraje, imaginamos que ahí entre las raíces de los añosos árboles sobrevivientes y en los acantilados quedó retenido el eco de los primigenios pobladores... Hombres y mujeres pilares de la idiosincrasia catemaqueña.
©shg (F:shg)
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