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LA MAS PEQUEÑA...

COLUMNA Del Cronista… #Columnas

LA MAS PEQUEÑA…


Del Cronista…

Salvador Herrera Garcia

En el pasado, la Villa de Catemaco era visitada con cierta frecuencia por artista de la carpa, que instalaban sus tinglados al pie del Cerrito o en lotes baldíos donde actualmente se encuentra el mercado o la tienda Comex .

Andaban trashumantes de pueblo en pueblo, haciendo por la vida. Presentando atracciones y espectáculos que despertaban el interés y la atención del pueblo. Algunos traían perritos, osos o changos amaestrados. Otros, marionetas, cantantes, payasos y cómicos de albur.

Cuando, por los años 60, la explanada del parque Francisco I Madero se extendía hasta el frente de la iglesia; y aún no se instalaba ahí la cancha de basquetbol, punto de sana reunión

juvenil; el sitio también, en ocasiones, era ocupado por pequeñas carpas…

Estudiábamos secundaria, cuando se instaló en el lugar mencionado, una carpa cuyo anuncio causó revuelo y despertó el asombro y la curiosidad… Anunciaba la presentación de nada menos de... “La mujer más pequeña del mundo.”

Varios compañeros de la escuela asistimos la tarde del debut. La carpa era cerrada, calurosa y mal oliente. Varios tablones colocados sobre bancos servían de asiento a los espectadores. Enfrente un alto tablado era el escenario, que tenía como fondo una burda pintura... Y como telón una sucia manta con un paisaje del altiplano con magueyes y volcanes.

Empezaba la función, se cierran las cortinas de la entrada…De repente se escuchó un vibrante sonido; más bien ruido de disco rayado que tocaba el Son de la Negra… Se corrió lentamente el telón, una engolada voz masculina la anunció…Y apareció una pequeña mujer vestida de china poblana…

La diminuta artista se presentó ante respetable público y dijo su nombre: Margarita A…, originaria de Ocotlán, Jalisco. Contó además que nació normal, pero al correr de los años su talla no creció más de los 75 centímetros…Continuó bailando el son jalisciense del disco rayado; al terminar la música cayó el telón…y un payaso alburero entró en escena…

Minutos después volvió a subir el telón y apareció el interior de una casa con todos sus muebles en miniatura: sillas, mesa, ropero, cama, muebles de sala…Todo a la escala a la estatura de su dueña…

Al compás del vals Sobre las olas, Margarita se sentó en las sillas, se acomodó en la cama, abrió el ropero del que sustrajo pequeñas prendas de su vestuario que, una a una, enseñó al público…

Subió a la mesa desde donde declamó con voz tipluda el poema La Chacha Micaila…bajó del mueble y terminó su acto bailando una jota aragonesa...

"La mujer más pequeña del mundo" había actuado para un público que no salía de su asombro…

La carpa estuvo más de una semana y las funciones eran por las tardes noche. Uno de esos días un grupo de compañeros secundarianos –no sé si por morbo o curiosidad- logramos platicar con la diminuta fémina...

Contó su infancia feliz con demás hermanos en Ocotlán. Empezó a sufrir mal trato cuando adolescente, por su pequeña condición. Por eso, cuando llegó un circo al pueblo no dudó en aceptar la oferta de que se fuera con ellos, a recorrer pueblos y ciudades formando parte del espectáculo…Así, recorrió casi todo México y algunos países de Sudamérica…Y un día decidió separase del circo y fundó su pequeña compañía…

Para todo público era novedad y asombro ver a esa pequeña mujer de edad indefinible. No se trataba de un caso de enanismo, frecuente en los circos, sino de una mujercita de figura bien formada, de mínimo tamaño… de talla muy pequeña, digamos miniatura…

Y en el ambiente estudiantil, no faltaron los compañeros relajones o poco serios; así cuando se dirigían a alguna condiscípula chaparrita, decían: “tu, Margarita…”, provocando el natural enojo de la interpelada y la mofa de los demás.

Al cabo de una semana levantaron la carpa, cargaron sus trebejos en un desvencijado camión de redilas…y se fueron a recorrer caminos, a despertar la curiosidad de la gente de otros pueblos.

Este escribidor no olvidó del todo ese episodio de los tiempos de secundaria…Y un día de 1980, en Ciudad de México, revisando los cables llegados por teletipo a la redacción del diario donde colaboraba, por ahí, perdida una escueta y lacónica nota fechada en ciudad de Guatemala informaba...

sobre la muerte de una mexicana, la “mujer más pequeña del mundo”, por causas desconocidas, en una carpa, en remoto pueblo guatemalteco…

Las breves líneas trajeron a mi memoria aquellos adolescentes días pueblerinos, cuando bajo las raídas y viejas carpas descubríamos espectáculos que despertaban nuestra capacidad de asombro…

©shg.

(Foto; Archivo)



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