GRILLA DE GRILLOS
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GRILLA DE GRILLOS
MIRIAM Gracia Magaña
Eran las dos de la tarde cuando tres patrullas de Tránsito y Transporte del estado acompañaban a dos grúas para llevarse 10 motocicletas de reparto de servicio a domicilio por indicaciones de “arriba”, tal cual así lo dijeron. En la entrada de la pizzería la “Chipola” en Xalapa, los jóvenes motociclistas no sabían por qué se querían llevar sus herramientas de trabajo, tenían sus papeles en regla (licencia, tarjeta de circulación y factura de la moto) con lujo de violencia eran empujados, como si fuera un operativo antinarcóticos llegaron tres patrullas de seguridad pública para resguardar la integridad de los oficiales de tránsito ante “la amenaza” que representaban diez repartidores de entre 18 y 22 años sin armas ni algún objeto punzo cortante pero además asustados.
Yo no me explicaba la situación, pedía explicaciones y claramente me dijeron que no la hiciera de “tos” porque me iría peor, que pensara que tenía una hija y que no arriesgara su seguridad. Al acudir a las oficinas de Tránsito como dueña de las 10 motocicletas Honda 150 cargo, para conocer el motivo del levantamiento de las unidades, la respuesta del director de transporte fue clara: “El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares está molesto por las publicaciones que usted hace, lo ha criticado duramente, esta es una lección para que deje de escribir sobre él, la próxima vez será un mensaje a través de su hija”.
No entendía nada, mis críticas eran a la corrupción en su administración, a su obsesión de ser gobernador y heredarle la silla a su hijo, mientras uno era alcalde y otro senador, pero siempre con respeto. No creía que una humilde columna le lastimara cuando yo no era casi leída, si acaso a nivel local pero no estatal, mucho menos nacional.
¿Qué podía incomodarle mi publicación cuando había sido humillado por Carmen Aristegui al presumir una amistad falsa con la reconocida periodista? Acudí de inmediato con Enrique Pérez Rodríguez, entonces Secretario de Educación y amigo entrañable de más de 30 años, del cercano círculo de Yunes Linares de toda la vida, pensando que era mentira lo que en la dirección de tránsito me habían comentado, no podía creerlo, se me hacía ridículo. ¿Cómo podía yo incomodarlo? Enrique, a quien no había visto durante los meses que llevaba como funcionario estatal, ni siquiera me recibió, mando a un “asistente” a decirme que dejara de escribir y que las motos no se devolverían, que ellos eran el gobierno y yo simplemente les era incómoda.
Mi cabeza retumbó al darme cuenta que era cierto y comprobar que una amistad de confianza, respeto y cariño de treinta años finalizara. Llegué a la casa atontada y sin explicación para los repartidores que ya me esperaban ansiosos de respuestas ante el peligro de perder su fuente de trabajo que además disfrutaban tanto porque nos habíamos convertido en una familia. Sin embargo acudí a la Fiscalía de Jorge Wincker, sabiendo de antemano que no me iban a resolver nada pero no quise dejar de luchar, la pérdida de dinero dolía menos que ver a los muchachos desesperados por no tener su fuente de trabajo de la que dependían sus familias, muchos de ellos padres, pese a su juventud.
En la Fiscalía General del Estado me recibió una “licenciada” de apellidos Ramos Ramírez, tomó mi declaración y me dijo que esperara, dos horas después con una falsa “amabilidad”, me condujo a una sala de juntas, ahí un licenciado de apellido Torres Gómez me dijo que no podían hacer nada y que mi denuncia no procedería, pero que le mandaba saludos a mi hija Lolita.
No dije nada, entendía el mensaje y me retiré. A los muchachos les pagué tres meses de sueldo en lo que encontraban trabajo. Aún guardo las facturas y tarjetas de circulación de las motos. La amenaza sobre la seguridad de mi hija hizo efecto hasta la derrota de Miguel Ángel Yunes Márquez, entonces vi la foto del gobernador derrotado en Palacio de Gobierno y respiré tranquila. Después se vinieron como cascada la destitución del Fiscal y los señalamientos de la corrupción de Enrique Pérez.
Esta es una de las tantas historias de mujeres violentadas, aún hoy en día me cuesta trabajo entender qué amenaza podía representar para el entonces poderoso Yunes Linares, no encuentro explicación pero me convertí en una cifra de agresión, sin embargo no me destruyeron sigo adelante con mi Lolita, pero sobre todo conmigo misma. Hay mujeres que ya no pueden hablar, que las silenciaron para siempre y que siguen silenciando. En todo el mundo día a día las mujeres sufrimos de toda clase de violencia por parte de nuestros amigos, familia o compañeros de trabajo sin que ningún gobierno tome realmente conciencia de eso.
Mi historia no es comparable de ninguna manera con millones de historias que desgraciadamente leemos a diario, pero quise contarlo porque no lo había hecho, enfrentarlo sola me hizo más fuerte...más firme...más libre.
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