EL SAN ANDRÉS DE AYER
COLUMNA FITO OLVERA #Columnas
EL SAN ANDRÉS DE AYER
Su evolución
Por Rodolfo Olvera Carrión
El antiguo Tzacoalco, hoy convertido en San Andrés, al aumentar su importancia y crecer su caserío el urbanismo sin programa alguno, dio margen a la construcción de casas y calles al gusto y criterio de los moradores de la época. Por gestiones que se hicieron ante el virrey, San Andrés dejó de ser Estancia para subir a la categoría de pueblo, y entre otras ventajas, permitía a sus habitantes nombrar a sus propias autoridades municipales. Después de casi dos siglos de su fundación. Esto sucedió en 1718.
Pasaron muchos años y siendo vicegobernador del Estado de Veracruz Manuel Marín Pérez, decretó el 29 de noviembre de 1830 que se concedía el Título de ciudades a las villas de Xalapa y Córdoba y de villa a los pueblos de San Andrés Tuxtla, Huatusco, Cosamaloapan y Coscomatepec, publicándose este decreto el 12 de diciembre de 1830.
Había dos formas de comunicación terrestre y fluvial, una de San Andrés a Santiago, El Mesón y Alonso Lázaro, otra de San Andrés a Bodegas de Otapan, donde embarcaciones menores llevaban y traían productos regionales y mercancías diversas hasta Tlacotalpan, donde pasaban a vapores que iban hasta Veracruz.
En la hoy avenida Juárez, don José María Mortera construyó en 1847, junto al puente del Puchuapan, su casa habitación, y estimando que era la salida para Santiago Tuxtla y que estaba en condiciones deplorables porque los hoyos y zanjas en tiempos de lluvias la hacían intransitable, por los lodazales, y en las secas las polvaredas y el viento causaban demasiadas molestias; don José María Mortera, que a la vez era Juez de Paz, animó a los vecinos a mejorar la calle, idea que fue acogida con entusiasmo y en cierto tiempo se rellenaron los huecos y empedró hasta donde hoy está el ADO, donde más tarde se construyó una glorieta con una fuente al centro y asientos de mampostería semicirculares que hasta hace pocos años existían.
Las construcciones modernas los suprimieron.
El empedrado se hizo a base de tequio (trabajo voluntario gratis).
Todo el vecindario cooperó, unos sacando piedras del Tajalate, otros aplanando la calle; cuando la piedra del Tajalate se agotó, se trajo de Dos Arroyos, contando con la colaboración de los vecinos de Xoteapan, Texcaltitan, Tepancan y Texalpan. Igualmente se acondicionó el manantial de Puchuapan, donde aún mana agua potable en abundancia; la construcción de la calle se llevó más o menos cuatro años y al término de la obra el vecindario acordó darle a la calle el nombre de José María Mortera, hoy Avenida Juárez.
También en esa época (1886), las autoridades municipales, con la colaboración de los vecinos, iniciaron los trabajos para construir la banqueta de la calle principal, hoy Avenida Madero, que comprendía desde el Palacio Municipal hasta la iglesia de Santa Rosa, terminando la obra en 1888.
El jefe político de San Andrés, don Marcelino González, para conmemorar el día de la Independencia, inauguró el puente del Tajalate en la calle Hernández y Hernández, que va de Santa Rosa al panteón municipal, con el nombre de “Miguel Hidalgo”. Este puente mejoró mucho la comunicación con los barrios y vecinos de comunidades aledañas; la inauguración fue el 16 de Septiembre de 1889.
En 1930, las calles de San Andrés carecían de nomenclatura y el Prof. Germán Rojas, director de la Escuela Landero y Coss, comisionó a los alumnos de quinto y sexto años a numerarlas, me tocó de compañero en estas tareas a Guillermo Figueroa Cárdenas, la primera casa de Independencia, donde está el Café Catedral, era de José López, que era español muy buena gente, iba a todos los entierros del pueblo, pero era un poco “carrascaloso”, al explicarle a lo que íbamos armados con unos botes de alquitrán y sendos pinceles, la casa estaba recién pintada y simplemente nos dijo que le pondría a su casa el número que él quisiera, y nos corrió, ante esta situación cambiamos la estrategia y a los siguientes vecinos les decíamos que íbamos de parte del Ayuntamiento, llegamos a la casa de don Ciro Cárdenas, quien elogió la medida pero nos preguntó qué número le tocaba, y al decirle que era el número 41, protestó enérgicamente y nos dijo que lo cambiáramos por otro, le explicamos que no era posible y después de un largo diálogo aceptó. Le dibujamos un número 41 que podía verse a leguas, seguimos nuestra tarea hasta terminar la calle, cuando regresamos con una guataca, don Ciro había raspado el número que con tanto esmero pintamos en la puerta de su casa.
Otro artículo del gran “Fito” Olvera, para deleite de los sanandrescanos, publicado en la edición impresa de Renovación, hace muchos años.
Para ambientar el artículo, tomé las fotos de internet, esperando la comprensión de los que tengan los derechos de autor.
TOMADO DEL MURO DE RENOVACION
Comments