EL “CATEMACO…”
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EL “CATEMACO…”
Del Cronista...
Salvador Herrera García
Hace unos años cerró sus puertas. Cumplió su ciclo y la piqueta derribó el “Hotel Catemaco”. Se le recuerda porque desde mediados del siglo pasado fue pionero del desarrollo hotelero, y emblemático del primer cuadro catemaqueño …
Símbolo de una época, centro de reunión concurrida, acogedora y referente en el paisaje urbano.
Al inicio de los años 60, el empresario catemaqueño, don Gonzalo (Chalo) Hernández Sobrevals, (qepd), decidió, con gran visión del futuro turístico, construir el primer hotel "moderno" con que contó la región.
Situado en sitio privilegiado, el corazón de la aún Villa de Catemaco, colindante con el Ayuntamiento, frente al parque Francisco I. Madero y a la basílica de Nuestra Señora del Carmen. El primer espacio que se construyó, después sería el lobby del hotel, fue improvisado como cafetería -el “Café Catemaco”-, atendida por la amable “ Carmucha”, hermana del propietario…
Entonces, la muchachada que solía invadir las bancas del parque o las escasas refresquerías aledañas, emigró a ese nuevo y atractivo punto de reunión… Ahí, en torno al café, la nieve, los sándwiches, los pastelillos, las coca colas, y el fondo musical de una rocola –eran los años del rock-varias generaciones de adolescentes veíamos, a través de los grandes ventanales, transcurrir la vida pueblerina.
Testigos fuimos de la expansión del hotel. De la apertura del restorán y bar Tanaxpi; del segundo piso, sus pasillos, sus habitaciones y su alberca… El servicio telefónico de larga distancia. La terraza, para presenciar los eventos efectuados frente a Palacio o en el vecino parque.
Y un día, a la entrada del establecimiento apareció - como símbolo del hotel- una reproducción de un monolito olmeca, creación del escultor Alfonso Hernández Olamendi.
El Café fue centro de reunión y charla amistosa, de tareas escolares, de citas, de encuentros y desencuentros… de amores y desamores… Llegó a ser un espacio ligado a nuestros años adolescentes. En ese ambiente grato, entre sorbos de café, limonada o sangría y bocados de sándwich club, descubríamos el mundo, alentamos nuestro interés y capacidad de asombro… Su ambiente enmarcó inquietudes y actitudes juveniles, idilios y proyectos a futuro…
Sus eficientes servicios, ubicación céntrica y estratégica y, sobre todo, la atención personalizada del siempre amable Chalo, convirtieron al “Catemaco” en el hotel preferido por los viajantes, aún en épocas cuando el repunte turístico hizo surgir en la zona otras instalaciones hoteleras.
Bajo sus aleros pernoctaron personajes importantes, nacionales y extranjeros, del arte, la política, la farándula, los negocios, las finanzas… Y turistas que llegaban por primera vez o, constantes, retornaban a disfrutar las bellezas de nuestra tierra.
Cuando, hace algunos años, cambió de propietario, la nueva administración trató de conservar la imagen y el prestigio impreso por original propietario… El ciclo se cerró. El hotel de tantos recuerdos desapareció. Una empresa comercial, un tienda, construyó su edificio en ese espacio y modificó el entorno urbano.
El hotel pasó a formar parte de la historia del pueblo, como símbolo de una época en el devenir catemaqueño… Fotografías, postales, anécdotas, testimonios y crónicas guardarán su reseña…
Muchos lo recordamos con ese gusto delicioso que deja un sorbo de buen vino o de un buen café… Con nostalgia saboreamos el recuerdo de aquellos momentos gratos –y por tanto inolvidables-, transcurridos en aquel sitio que ya pertenece al Catemaco que se fue.
©shg.
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