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LLUVIAS…LLUVIAS…

COLUMNA Del Cronista #Columnas

LLUVIAS…LLUVIAS…

Del Cronista

Salvador Herrera Garcia

De julio a noviembre se establece en nuestra región el “tiempo de lluvias”. Y hay temporadas que llueve a cántaros como si el cielo se desbordada en un diluvio sin fin. Agosto, septiembre y octubre son los meses de mayores precipitaciones pluviales…

Según el registro del Sistema Meteorológica Nacional, Catemaco acumuló, sólo en los meses de agosto del año pasado, precipitaciones de más de 300 mm, que es mucho.

Estas copiosas lluvias, turbonadas, tormentas o tornados (antiguamente se les llamada “culebras de agua”) obedecen al galopante cambio climático, que en nuestra zona templada húmeda se nota más. Y los que habitamos esta región paradisiaca, mucho hemos contribuido con nuestras acciones o indiferencia, a esa inestabilidad climática con sus nocivas consecuencias.

Así lo demuestran las grandes extensiones de selvas deforestadas, disminuido caudal en ríos y arroyos, la grave contaminación en casi todos los cuerpos de agua y la notoria y drástica modificación de las condiciones climáticas…Caemos en el lugar común al mencionar que somos nosotros, los que estamos provocando este negativo fenómeno...

Así, las intensas lluvias vienen a aumentar los problemas que sufre nuestra ciudad : las turbulentas corrientes pluviales que se desplazan desde zonas altas, causando graves daños en su recorrido hacia el lago: horadando calles, taponeando alcantarillas, levantando pavimento y el arrastre de piedra, arena y mucho, mucha basura…….El inoperante el sistema de drenaje, rebasado ya con el aumenta de la población, se azolva…Y poca o nula conciencia ecológica priva en la ciudadanía, que arroja las corrientes toda clase de desechos, factores de contaminación que van directamente al lago…

En septiembre y octubre se abaten sobre la región costera del Golfo tormentas tropicales y amenazas de huracán. Ya el cronista Bernal del Castillo menciona un ciclón que en 1530 aterró a españoles acantonadas en las playa de Chalchihuecan . Históricamente se tienen registrados huracanes de diversas magnitudes, uno en 1888, otro en 1889, fechas que nuestros ancianos recordaban con terror por los daños causados en las poblaciones y en la agricultura. En anteriores textos nos hemos referido a esos fenómenos.

Más cercanos en el tiempo se recuerdan los ciclones Janet, en 1955 y Stan en 2005, singulares por su fuerza destructiva. Precisamente ocurridos en el periodo del año que por su inestabilidad climática los meteorólogos califican como “temporada de huracanes”… Recordamos que en septiembre de 1955 –un día de san Miguel- por aquí coleó violentamente el ciclón Janeth , sin daños que lamentar, pero de efectos destructivos en las ciudades de Chetumal y Tampico…

Sin embargo, los catemaqueños recordaban “grandes crecidas" ocurridas en los años 1936, 1944 y 1957. En el 36 el agua llegó hasta la calle Madero , por la actual Casa López Miranda; a la esquina de Madero y Boettiger, donde se encuentra el Hotel Berthangel….En el 44 y 57, la crecida de lago alcanzó hasta la calle Hidalgo, esquina Rayòn, donde se encuentra el hotel Hostal del Cid y más abajo, hasta donde está el Salón Emily…Al finalizar dicha calle se localizaban el “Callejón”, y los zacatales de “Coniapan”, sitios desde siempre anegados por lo bajo del terreno…

Este fenómeno esperado y soportado. No hay registros de víctimas provocadas por la “creciente”; solo causaba molestia transitar las calles con los pantalones “arremangados” o recorrerlas a bordo en lancha…

Y aunque tenemos una defensa en los volcanes a San Martín Tuxtla, San Martín Pajapan y Santa Marta con su cadena montañosa que atemperan el “mal tiempo” procedente del Golfo, nuestra región no deja de sufrir lluvias torrenciales. Los ríos y arroyos afluentes del lago se tornan impetuosos, hacen rebozar el nivel del cuerpo lacustre, e inunda las zonas bajas de la ribera… Ligadas a los recuerdos de infancia quedaron aquellas largas temporadas de días grises de pertinaz lluvia que propiciaban la inasistencia a la escuela , y la espera de la “escampada” para salir a jugar, atrapar en los charcos ranas o mariposas, soltar barquitos de papel en la limpia corriente o simplemente esperar que lluvia volviera con su monótono ritmo….

Días de ambiente gris, salpicados con el verde de las grandes hojas de apixi, que entre los habitantes del poblado suplían la función de impermeables o paraguas... Días cuando las corrientes que hacían cauce en las calles –aún no pavimentadas- campo propicio para nuestros juegos de ingeniería infantil: bahías, presas, puentes, construidos antes de que el agua fuera absorbida para alimentar los mantos freáticos…Una mínima porción de agua, limpia insistimos, iba a desembocar directamente al lago…

Aún no había malecón. Toda la ribera era una extensa y bella playa. En la temporada respectiva, con las constantes y fuertes lluvias, el lago rebasaba sus orillas e inundaba casas y los arbolados patios de las calles aledañas…Por los rumbos del barrio de San Juan, vecino de la Punta de la Pesquería, las calles se convertían en canales propios para el bogar de pequeños botes y canoas…Visión pintoresca y recordable, como rústica estampa veneciana.

Entonces la población situada a orillas de lago, en zonas inundables, no veía el fenómeno como una calamidad, sino como algo esperado… Un acontecimiento cíclico repetido en cierta temporada del año, en la “temporadas de aguas”. Por ello se preparaban para los días de “crecida “como la llamaba esa fenómeno pluvial…En varias ocasiones abarcó la calle Aldama y parte de calle Hidalgo, vías que actualmente, conducen a la terminal del ADO y a las playas de Expogaya…Y las canoas se varaban calles arriba, lejos de los lugares habituales…

No había alarma, ni lamentaciones, pues las habitantes ya sabían que desde tiempos inmemoriales ocurría. Y tomaban precauciones y medidas para hacer más soportable la temporada de lluvias…Inclusive, por el rumbo donde la inundación se extendía más, las casas –en su mayoría de madera o de caña y zacate- se construían sobre zancos, estilo palafitos, a alturas donde alcanzaba el agua…

Si para los adultos eran un acontecimiento natural, pera los menores el hecho constituían una divertida temporada de juegos que incluían natación, pesca, remar o chapalear acompañado por la mascota canina que no faltaba en cada hogar…

En los años 60 fue construido el malecón y terminaron las “crecidas”. Y a la vez que desparecieron las bellas y limpias playas, se esfumó esa típica estampa, muy catemaqueña, de las calles tomadas por el agua y las barcas varadas en sitios no acostumbrados…Algunas fotografías de algunos aficionados o postales de México Fotográfico (MF) atestiguan en elocuentes imágenes, lo que aquí solo esbozamos…

El Catemaco que se fue… la Villa donde todos nos conocíamos, porque éramos como una gran familia… El Catemaco cuyos límites eran la actual calle Revolución, al norte; al sur, el lago; al este los Zacates de Coniapan y el “soltadero” de los Moreno; y al Oeste el puente Canseco el “Cerrito” y el gran llano del Rodeo.

.No podemos poner punto final al texto sin hacer hincapié, en que la paulatina destrucción de las selvas del entorno ha propiciado el cambio climático con extenuantes sequias e intensos fríos…Y los violentos temporales, copiosas precipitaciones pluviales que ocasionan perjuicios, antes no ocurridos…

Las lluvias agravan el problema de los drenajes obsoletos. Las calles pavimentadas sin declives o acequias adecuadas, hacen que las impetuosos y sucias corrientes tomen cauces erráticos e imprevisibles, azolvan drenajes y aumentan la contaminación del lago. Las planchas de concreto privan a los mantos freáticos de la recarga que la proporcionaban las lluvias…En fin…

Es tiempo de lluvias. Llueve intensamente como en el bíblico diluvio. La mancha negra o multicolor de los paraguas ha desplazado el verde de los grandes hojas de apixi…Y las limpias corrientes que formaban playas, torrentes y bahías en miniatura entre los empedrados, para solaz y juego de los niños, son ahora ríos de agus negras que van a contaminar el lago…

Llueve…Las corrientes de aguas negras son una grave agresión a nuestro lago y su entorno, que es el atractivo y elemento identitario del pueblo… y la principal oferta turística que Catemaco ofrece al visitante…Pero, parece que no hacemos conciencia de que si muere el lago, Catemaco muere con él…

Llueve…llueve. Y ya los niños no saben hacer barquitos de papel…

©shg


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