EL OPTIMISMO (NO CREÍBLE) DEL PRESIDENTE
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EL OPTIMISMO (NO CREÍBLE) DEL PRESIDENTE
Prosa aprisa
Arturo Reyes Isidoro
El martes, el diario El País recordó que el verano pasado (9 de julio de 2019), tras la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y ante el ligero nerviosismo con el que reaccionaron los mercados, el presidente Andrés Manuel López Obrador salió a presumir que no había que preocuparse porque “el peso luce fortachón”.
Pero, apunta, ahora en menos de un mes “el fortachón ha caído a la lona”. Recuerda que desde el 19 de febrero, una semana antes del primer caso de coronavirus en el país, nuestra moneda se ha depreciado más del 20% hasta romper el mínimo histórico. Ayer cerró en 23.93 unidades, ya casi a 24 pesos por dólar.
El peso mexicano es la moneda de toda América Latina que más se ha devaluado y, de acuerdo al diario español, los especialistas no descartan que en las próximas semanas siga cayendo hasta un suelo de 25 pesos por dólar.
Con la devaluación del peso también se devalúan la palabra y la credibilidad del presidente, pero no aprende y sigue con su optimismo equivocado y desbordado.
Ayer por la tarde a través de un video salió nuevamente a presumir ahora que existen reservas para resistir y aguantar ante cualquier crisis o calamidad, “porque la transformación no se detiene”. Obviamente se refería a la calamidad del coronavirus.
En su mundo de fantasía dijo que antes ante cualquier calamidad era el pueblo el que tenía que ajustarse el cinturón, pero que “ahora el cinturón se lo aprieta el gobierno”. Ajá. Qué alejado está de la realidad. Vive en otro mundo. No percibe, o se resiste a percibir, la grave crisis económica que se vive desde antes de la llegada del coronavirus, agravada ahora por la enfermedad.
Salvo el caso de unos cuantos fanáticos suyos, no sé de algún mexicano que comparta su optimismo y como ya no le creen se preparan para lo peor. Y hacen bien.
Anoche, el diario El Economista, especializado en finanzas y economía, resumió en un encabezado el negro panorama que nos espera: “Seis consultorías y bancos anticipan recesión en México; Goldman Sachs estima contracción de 1.6%”.
Aunque él diga que tiene “otros datos” o que acuse que se trata de una campaña en su contra de los “conservadores”, “neoliberales” o de “derecha”, no hay lugar a ningún optimismo. Sistemáticamente ha descalificado a los expertos, pero el tiempo ha terminado por darles la razón.
Pero no hay que ser ningún experto, solo vivir la realidad diaria, para saber que estamos mal y que nos irá peor.
Lo que debiera hacer, incluso para levantar su imagen, que también ha sufrido una fuerte caída, es, aprovechando la crisis que se ha presentado, y para que no se abochorne de vergüenza por el fracaso que significa, anunciar la cancelación del Tren Maya, un capricho suyo sin viabilidad que solo distrae valiosos recursos públicos que debieran estar destinados a mejores causas.
Cifras escalofriantes por coronavirus
Y menos se puede estar optimista como el presidente cuando el propio coordinador nacional contra el Covid-19 coronavirus, Hugo López-Gatell, ha citado cifras escalofriantes sobre la pandemia en México.
En una reunión con senadores de todos los partidos, para abordar el tema, reveló lo siguiente:
Dijo que “de nada sirve” suspender desde ahora la actividad económica en el país porque se hará “hasta dentro de dos semanas” cuando empezará la Fase 2 de contagios y se declarará emergencia nacional, la cual tendrá su punto más alto el 15 de abril y “durará entre 12 y 20 semanas, es decir entre 3 y 5 meses”.
De acuerdo a la estimación oficial, esto representará que 250 mil mexicanos desarrollarán la enfermedad “y de esos enfermos el 70% (175 mil 759 personas) buscarán atención médica; y de ese universo, el 80% sólo requeriría tratamiento ambulatorio, sin hospitalización, mientras que el 20% restante de enfermos sí requerirían hospitalización, el 14% de ellos no ingresarían a terapia intensiva, y el 6%, que serían 10,528 personas, sí requerirían terapia intensiva y serían los casos más graves”.
El dato más fuerte que dio el también subsecretario de Salud a los senadores fue que la tasa de letalidad o mortalidad que el gobierno federal está esperando en esta pandemia es de 2.5% de los pacientes enfermos, lo que significaría cerca de 4 mil muertos por coronavirus.
Por fin aceptaron casos
Ante la presión de los hechos, en el Gobierno del Estado por fin, la noche del martes, ya tarde, aceptaron que sí existen casos de coronavirus, concretamente en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río… por el momento.
Me parece irresponsable que hayan dejado correr tanto tiempo para aceptar lo que desde el viernes pasado había sido expuesto ante la opinión pública cuando un reconocido empresario de Veracruz reveló, responsablemente según mi parecer, que una hija suya había dado positivo por lo que llamaba a tomar todas las medidas de precaución que ameritaba la situación.
Con su silencio de varios días, las autoridades estatales de salud pusieron en riesgo a la población de la zona conurbada, que siguió su vida con toda normalidad confiando en lo que decía el secretario Roberto Ramos Alor de que no había ningún caso en el estado.
El comportamiento oficial hace a que se dude de lo que informan, por lo que más vale no confiarse en el anuncio oficial y protegerse por iniciativa propia.
Tira línea el Arzobispado
El Arzobispado de Xalapa informó anoche lo siguiente:
Se suspende lo que a continuación se especifica:
a). Todo tipo de actividades que suponga la convocación masiva de fieles.
b). El catecismo presacramental y de perseverancia para infantes.
c). La realización de reuniones parroquiales, decanales y diocesanas de grupos, misiones, talleres, cursos, retiros, encuentros juveniles, congresos de familias y cualquier otra expresión formativa que ponga en riesgo a los fieles, en razón de la asistencia numerosa.
d). Cada una de las celebraciones de la piedad popular, que la Iglesia realiza tradicionalmente en Semana Santa, a saber: El Jueves Santo, la visita a las siete iglesias; el Viernes Santo, el rezo de Santo Vía Crucis, la ceremonia de las siete palabras, la procesión del silencio y el santo rosario del pésame a la Virgen María; así como las devociones de la piedad popular que son propias en algunas zonas de nuestra Arquidiócesis; y, el Sábado Santo, las celebraciones masivas en el cementerio.
e). La celebración de la Misa Crismal con la presencia de fieles laicos.
La práctica de devociones y piedad popular pueden llevarse a cabo en forma personal o familiar.
Los niños, adultos mayores en plenitud, personas con capacidades diferentes, quienes padecen alguna infección respiratoria y los que en conciencia, en este periodo de contingencia, así lo consideren, están dispensados de asistir a la santa Eucaristía.
Seguir celebrando la Misa dominical y entre semana, siempre y cuando se tomen las medidas sanitarias convenientes, como son: evitar el saludo de mano durante el rito de la paz, recibir la comunión en la mano, mantenerse a una sana distancia en las celebraciones, entre otras.
En Semana Santa, se permitirán las celebraciones estrictamente litúrgicas con rito breve.
Se podrán seguir las celebraciones litúrgicas diocesanas a través de algunos medios de comunicación y de nuestras redes sociales.
En el Semanario Alégrate se publicarán subsidios litúrgicos y de piedad popular que ayuden nuestra vida cristiana.