QUE NO SE VEAN NI SE OIGAN, QUE SE SIENTAN
Prosa aprisa
Arturo Reyes Isidoro
¡Vaya! Al fin, ayer tuvimos una noticia alentadora para la muy golpeada economía veracruzana.
El Secretario de Finanzas y Planeación, José Luis Lima Franco, abrió la posibilidad de que se pague el adeudo que se tiene con los acreedores del gobierno.
Tanto el presidente de la Canaco Xalapa Gerardo Librero Cobos como el presidente de Empresas SOS Jesús Castañeda Nevares confirmaron la especie.
Si bien, de acuerdo con su versión, la Sefiplan revisa de nuevo la documentación, habría habido el ofrecimiento de liquidar las deudas “grandes” en “paguitos” (este concepto es mío) a lo largo del sexenio.
Castañeda dijo que ya traen una “dinámica” de revisión en la Sefiplan.
Claro, una cosa es lo que se dice y otra la que se cumple, así que hay que esperar. Para los empresarios la noticia les debe revivir la esperanza de que se les hará justicia.
De entrada, deben destacarse dos cosas que abren una luz al final del túnel para los acreedores: que se les ha recibido bien y se ha dialogado con ellos y que los han tratado bien.
Libreros comentó que el propio Lima Franco ha hablado con ellos mientras que Castañeda celebró que se trate de una revisión “más ágil”, ya no la “revisión judicial” que les practicó la Auditoría General del Estado en el gobierno anterior, “con interrogatorios y con la presunción de que habíamos cometido un delito o habíamos sido cómplices”.
Destacable también si se recuerda que el entonces Secretario de Finanzas, Mauricio Audirac, los mandó sacar por la fuerza de la antesala de su oficina porque habían acudido a tratar de platicar con él sobre el compromiso pendiente.
Después del problema de la inseguridad que ahoga a Veracruz, el desempleo (al menos en Xalapa) es el otro gran problema y en el gobierno siguen despidiendo trabajadores.
Si se pagara a los empresarios estos podrían reflotar, reactivar la economía y crear empleos. Adentro de la administración no tienen ni la más remota idea del gran descontento que están generando con tantos despidos, exactamente igual que como pasó con la administración de Miguel Ángel Yunes, que terminó costándole la gubernatura para su hijo.
Estamos indefensos ante la delincuencia
Me ocupo del tema del posible pago porque al menos es alentador y porque busco algo así a manera de oxígeno que me saque del estado de impotencia al saber que estamos en total indefensión ante la delincuencia que está desatada y que nadie controla.
Viejo periodista, así de oficio como de edad, no me llenan las declaraciones menos me convencen.
Me preocupa además que la nueva administración haya caído ya en lo mismo que practicó el gobierno de Yunes de estar dando cifras alegres de que los índices delictivos han ido a la baja.
Lo que los ciudadanos vemos, sabemos, escuchamos, es otra cosa. ¿Sabrán nuestras autoridades que ya casi nadie denuncia por temor a las propias policías que luego están coludidas con los maleantes?
Resulta decepcionante que el propio gobierno federal nos haya dejado fuera de los estados y de las regiones consideradas como críticas por su inseguridad, que no haya enviado refuerzos y que se trate de justificarlo con la versión de que porque ya bajaron los índices delictivos.
Es alarmante que Xalapa, el centro de los poderes, la capital del Estado, alguna vez conocida como la Atenas Veracruzana, esté ya a merced de la delincuencia en niveles que se acercan a las plazas de Coatzacoalcos y Córdoba.
Horroriza lo que le pasó a la empresaria Susana Carrera, víctima de un secuestro y a la que finalmente dieron muerte porque su familia no pudo pagar su rescate, en Coatzacoalcos, aunque no es el único caso.
Hoy en esa ciudad algunas escuelas privadas, si no es que todas, no tendrán clases por los altos niveles de inseguridad. Al anunciarlo en redes sociales dijeron: “Estamos de luto”.
Estamos de luto en todo Veracruz, diría yo, porque la inseguridad golpea todas las regiones del Estado. Definitivamente no nos queda más que encomendarnos a Dios.
Buenas referencias
Pero volviendo al caso del posible pago a empresarios, del Secretario de Finanzas y Planeación, Lima Franco, tengo buenas referencias.
Personas de las que no dudo, me han comentado que llegó a la dependencia sin darse ningún aire de grandeza que da el poder.
Poco mediático, una versión que he escuchado es que conoció en persona al gobernador Cuitláhuac García apenas días antes de que asumieran la administración.
Por la información que poseo, tengo muy claro que responde directamente a la corriente política del presidente Andrés Manuel López Obrador, o al de su círculo más cercano.
Y que desde el altiplano están pendientes de su persona, incluso con llamadas telefónicas desde una oficina de la Presidencia advirtiendo que no se metan con él, al parecer enterados en la CDMX de que han querido socavar a su equipo.
Porque llegó con sus propios colaboradores y no aceptó que le impusieran acá a nadie en los puestos clave.
En diciembre pasado casi se daba por hecho que el gobierno entrante tendría muchos problemas por la falta de liquidez, sin embargo pudo salir adelante sin sobresaltos.
Ahora ya sabemos que porque se solicitó un préstamo bancario y porque se adelantaron participaciones federales, pero es obvio que ello no se dio por sí solo.
Un préstamo no solo llega uno al banco y se lo dan de inmediato, y menos uno por el monto que dice el gobernador, 2 mil 500 millones de pesos.
Atrás tuvo que haber habido reuniones, negociaciones, buscando las mejores condiciones para el pago de intereses, etcétera.
Lima Franco tuvo que haber encabezado todas las pláticas, pero todo lo hizo en forma callada hasta el pasado fin de semana cuando nos enteramos de algunos detalles.
Creo que los veracruzanos no queremos tanto que los funcionarios se vean y que se oigan sino que se sientan (lo mismo aplica para el caso de seguridad).
No hay mejor forma de ganarse la confianza ciudadana que con resultados. No hay mejor forma de vestir a un gobierno que con resultados.
Por esta fuerza que, supongo, posee, por su eficacia demostrada al inicio, es que resulta alentadora la posibilidad de que se pueda pagar.
Ahora sí, como dice el dicho, de lo perdido lo que aparezca.